Gerard Martín fue elegido MVP de la remontada agónica en Valladolid. Su pase de gol a Fermín significaba media Liga. Todos los analistas dedujeron que, al haber disputado 90 minutos en el Zorrilla, el canterano sería suplente en el Milán y su puesto en la banda lo ocuparía Iñigo. Pero Flick hizo lo lógico. Meter al único lateral puro que tenía, dejar a Iñigo sobre Lautaro (el duelo de los Martínez) y no sentar al jugador que venía de obtener su primer MVP como profesional. Y la apuesta le salió redonda al entrenador alemán porque Gerard fue vital en la remontada. Dio el pase de gol a Eric Garcia, dio también la asistencia a Olmo y, entre uno y otro, regaló la ocasión más clara de la noche para que Eric remachara el tanto. Pero ahí Sommer hizo la mejor parada de la Champions y frustró el ‘hat-trick’ de asistencias de Gerard Martín.
El lateral jugó, además, un muy buen partido defensivo. Por alto ganó todos los duelos contra las torres italianas y, ya fatigado, salió en la foto del cruel tanto de Acerbi. En el minuto 93 y, cuando Dumfries le arrebata el balón, la falta es evidente. Primero toca en el tobillo del defensa del Barça y luego rebaña el balón. Marciniak no pita, el linier calla, la realización italiana no muestra ni una repetición y el VAR mira para el otro lado. ¿Qué debió haber hecho Gerard? Quedarse un minuto en el suelo, doliéndose, como hizo el veterano Lautaro en la jugada del penalti. De haberse quedado tumbado, el VAR habría tenido que entrar a revisar y buscar repeticiones de distintas cámaras é imágenes. Con una sola toma, hubieran visto que tenían que anular el gol. Gerard Martín fue demasiado honrado. Se levantó demasiado pronto. Pecado de juventud
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